Prabhuji

La historia de mi vida no es más que un largo viaje, desde lo que creía ser hasta lo que realmente soy. Es una historia sobre cómo trascender lo personal y lo universal, lo parcial y lo total, lo ilusorio y lo real, lo aparente y lo verdadero. Mi vida es un vuelo más allá de lo temporal y lo eterno, de las tinieblas y la luz, de lo humano y lo divino. Esta historia no es pública sino profundamente privada e íntima.

Sólo lo que comienza, termina; lo que empieza, termina. Quien vive el presente ni nace ni muere, porque lo que carece de principio nunca termina.
Soy discípulo de un vidente, un ser iluminado, alguien que no es nadie. Fui iniciado en mi infancia espiritual a la luz de la luna. Me inspiró una gaviota a la que le encantaba volar más que cualquier otra cosa en la vida.
Enamorado de lo imposible, crucé el universo obsesionado por una estrella. He recorrido infinitos caminos, siguiendo las huellas de quienes vieron, con profundo respeto hacia ellos pero siempre a mi manera.
Como el océano que anhela agua, busqué mi hogar dentro de mi propia casa.
No soy un guía, profesor, instructor, educador, psicólogo, iluminador, pedagogo, evangelista, rabino, posek halajá, sanador, terapeuta, satsangista, psíquico, líder, médium, salvador o gurú, sino sólo un viajero al que puedes preguntar. para direcciones. Con mucho gusto te muestro un lugar donde todo se calma al llegar, un lugar más allá del sol y las estrellas, más allá de tus deseos y anhelos, más allá del tiempo y el espacio, más allá de conceptos y conclusiones, más allá de ti.

Todos somos artistas natos. Desde que me quedé estancado en la infancia, me considero uno de ellos: un bicho raro certificado para quien el arte es más que suficiente. La seguridad trae consigo un poco de muerte; por eso los artistas elegimos la incertidumbre. Pero tenemos el don especial de movernos en la oscuridad con nuestra propia luz. Conscientes del abismo que separa la revelación y nuestras obras, vivimos en un intento frustrado de expresar fielmente el misterio del espíritu.

Pinto suspiros, esperanzas, silencios, aspiraciones y melancolías… paisajes interiores y atardeceres del alma. Soy un pintor de lo indescriptible, inexpresable e indefinible de nuestras profundidades… y tal vez solo escribo colores y pinto palabras.
Desde pequeña, ventanitas de papel cautivaron mi atención; a través de ellos visité lugares, conocí gente e hice amigos.

No es mi intención convencer a nadie de nada. No ofrezco teología ni filosofía, ni predico ni enseño, simplemente pienso en voz alta. El eco de estas palabras puede conduciros al espacio infinito de paz, silencio, amor, existencia, conciencia y dicha absoluta.

No tengo mensajes ni enseñanzas: sólo grito en las noches: “¡Sálvate si puedes!”... y te digo sinceramente: cada uno de nosotros puede, créeme.
No me busques; busca por ti mismo. No soy a mí a quien necesitas, porque lo único que realmente importa eres tú. Lo que anhelas está dentro de ti, como lo que eres, aquí y ahora.
Evita la fama, porque la verdadera gloria no se basa en la opinión pública sino en lo que realmente eres.

Desgraciadamente, el sentido común parece haberse repartido por igual. Seguramente todos lo tendrán en tanta abundancia que casi nadie tiene espacio para el suyo.
Elija la dicha sobre el éxito, la vida sobre la reputación y la sabiduría sobre la información.

Si lo logras, conocerás no sólo la admiración sino también la verdadera envidia. Sin embargo, los celos son un homenaje que la mediocridad rinde al talento: sólo una aceptación y una abierta declaración de inferioridad.

Recuerda siempre que hay muchos seres pero pocos humanos. Estos últimos no ladran, maúllan ni rebuznan; más bien piensan y sus palabras merecen ser escuchadas. Porque en nuestros días son muchos los que rebuznan, pocos los que hablan y menos aún los que cantan.

Te aconsejo que vueles libremente y nunca tengas miedo de cometer errores. Aprende el arte de transformar tus errores en lecciones. Nunca culpes a los demás por tus faltas: recuerda que asumir la responsabilidad total de tu vida es un signo de madurez. Cuando vuelas aprendes que lo que importa no es tocar el cielo sino el coraje de extender las alas. Cuanto más alto te elevas, más pequeño y menos significativo parece el mundo. Al caminar, tarde o temprano comprenderás que toda búsqueda comienza y termina en ti.

Tu bienqueriente incondicional,
Prabhuji